ASÍ NACIÓ LA RIVIERA MAYA HACE 50 AÑOS. ENTREVISTA CON MIGUEL ALONSO

  • Por Fabiola Cortés Miranda
  • Riviera Maya
  • Enero 2025, 01 22:08:00

Hace 50 años, la Riviera Maya, como la conocemos ahora, era un lugar inimaginable. La única carretera que atravesaba la soberana selva era una estrecha vía pavimentada que solo llegaba hasta Tulum; de allí a Felipe Carrillo Puerto el camino era de terracería. Solo dos o tres camiones pasaban al día. Tulum tenía escasos 19 taxistas y había un par hoteles de mediano tamaño en Akumal.


Hace poco tuve el gusto de visitar a Miguel Alonso Hernández, al que yo llamaría el padre de la Riviera Maya. Me recibió en su casa, ubicada en un pequeño pueblo de Yucatán, donde dedica sus días a poner en práctica sus conocimientos como ingeniero agrónomo en el cultivo de cítricos.

Miguel Alonso, de quien hablaremos más ampliamente en otro artículo, llegó a Akumal en 1973. Akumal se ubica entre Playa del Carmen y Tulum, y detonó antes que estos dos destinos turísticos, en parte, por los visitantes norteamericanos, que posteriormente se asentarían en la zona atraídos por su paradisiaca belleza.

Proveniente de Yucatán, Alonso Hernández llegó a Akumal como empleado de una arrendadora de autos, propiedad de la acaudalada familia Ponce García. Al paso de los meses se adhirió al Sindicato de taxistas Tiburones del Caribe, que contaba con apenas 19 socios, y su liderazgo pronto lo llevó a encabezar al gremio de transportistas en el estado y a relacionarse con funcionarios y políticos.

No pasó mucho tiempo para que se diera cuenta de la problemática del lugar: las pocas familias que se habían asentado no tenían ninguna certeza sobre la tierra. En ese momento se trataba de miles de hectáreas de selva, prácticamente sin ningún valor, aunque ya para entonces, el Fidecaribe, el organismo gubernamental regulador de las reservas estatales de la tierra, conservó para su dominio y gestión buena parte de las zonas costeras.

La intención de Miguel Alonso de fundar el pueblo de Akumal en lo que hoy es la zona turística, desde donde empieza la Caleta de Yalkú, se vio frustrada por una prohibición tajante de Fidecaribe, las tierras de la zona costera de Akumal no podían entrar en el reparto agrario. Hoy este lugar posee múltiples centros de hospedaje y exclusivos condominios, casi todos, propiedad de extranjeros.

LOS MAYAS PRIMERO. ENTREGÓ MÁS DE CIEN TÍTULOS

Desde 1974, Miguel Alonso inició la solicitud de títulos sobre los terrenos nacionales, y el 28 de mayo de 1982, fundó, de la mano de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, la Sociedad de Producción Rural y Agrícola de Nacionaleros del municipio de Cozumel, demarcación territorial que en ese entonces abarcaba la Isla de las Golondrinas, Playa del Carmen, la Riviera Maya y Tulum. La organización inició con 18 campesinos, y en poco tiempo ya sumaban 500 los integrantes.


Desde la Sociedad de Producción Rural, Alonso Hernández gestionó la entrega de cientos de títulos de propiedad, los cuales fueron expedidos por la Secretaría de la Reforma Agraria: “viendo la necesidad, sobre todo antepuse al campesino maya para ocupar esos terrenos, pero, sin embargo, jamás le negué a otras personas que venían con el objeto de trabajo. Qué era el requisito para que tú trabajaras, eran terrenos nacionales todo eso, simplemente que hagas tu casa, vivas allá y trabajes el campo”.

Pero no solo era dotar de certeza en la tenencia de la tierra a las personas que se habían asentado en medio de la nada, Miguel Alonso era más visionario, pues esperaba que los campesinos mayas, todos provenientes de Yucatán, se convirtieran en proveedores de insumos agrícolas para el turismo; lo cual, sin embargo, no ocurrió.

“Cuando Luis Echeverría en 1975 visitó la zona, el señor Presidente, fue a mi rancho, y yo le dije, señor Presidente, aquí estamos estos campesinos, necesitamos seguridad en la tenencia de la tierra, mis hermanos mayas, no cuentan con ello, y el día de mañana su patrimonio lo pueden perder, además son productores mayas del campo, ellos tienen trabajo, y creo que los pueblos primarios tenemos más derechos que cualquiera a estar en estas tierras”

El reparto de tierras nacionales no tenía más límite que el respeto y la confianza: ‘había para todos’, recuerda el entrevistado, el único requisito para solicitar un terreno era construir una casa, habitarlo, delimitarlo y no ocupar un terreno que ya estuviera ocupado. No importaba la extensión, hubo quienes solicitaron la titulación de 400, 500 hectáreas, e incluso más.

Durante alrededor de 12 años que duró la titulación de tierras, Miguel Alonso entregó unos 100 títulos, desde Tulum hasta Puerto Morelos, cada título amparaba ranchos de cientos de hectáreas. Era un momento en el que vivir en la Riviera Maya no era precisamente el paraíso. Sin vías de comunicación, con escaso transporte y comercio, sin electricidad y sin servicios. La selva del trópico se imponía con su intenso calor y lluvias.

El reparto agrario alcanzó no solo para los campesinos mayas, muchos de los cuales vendieron sus terrenos a precios irrisorios en los primeros tiempos del desarrollo turístico; también alcanzó para los primeros visionarios que vieron el potencial que se avecinaba tras el desarrollo de Cancún, el primer centro integralmente planeado impulsado por el entonces presidente Luis Echeverría.

FUNDADOR DE EJIDOS y EL EJIDO QUE NO NACIÓ

Miguel Alonso, fue consciente de la necesidad de proteger la tierra ocupada por los primeros pobladores de la Riviera Maya, familias enteras que migraron de los poblados de Yucatán, y trató de constituir en la zona de Akumal un ejido, al que se denominaría Cecilio Chi.

“Pasó el tiempo y solicité la fundación ejidal, es más a mí me nombraron presidente del comisariado ejidal del ejido que no fundamos porque me quité (me fui), Cecilio Chi, en Akumal. No se fundó. Yo era presidente, iba a ser presidente del comisariado ejidal”.


Aunque Miguel Alonso no tuvo tiempo de fundar el ejido Cecilio Chi en Akumal, sí impulsó la constitución de tres ejidos: el Jacinto Pat, que es lo que hoy conocemos como Tulum. Manuel Antonio Ay, ubicado en Macario Gómez, y Francisco Uh May, en la zona de Cobá. Fueron 40 mil hectáreas que quedaron protegidas bajo el régimen ejidal: “yo los constituí en ejidos, ya teniendo los derechos agrarios, yo me fui. Pero les dejé seguridad en la tenencia de la tierra, jamás fui un latifundista, porque todo estaba en mis manos (…)”.

HEREDEROS DE LA TIERRA, LOS NUEVOS RICOS Y LOS SIEMPRE POBRES

Miguel Alonso, podría ser considerado el padre de la Riviera Maya, el sentó las bases de la propiedad en lo que hoy es uno de los destinos turísticos más exitosos del mundo, desde Playa del Carmen hasta Tulum, y que no hace mucho, apenas en los años 70, era solo un gran macizo de selva.

De la titulación de la tierra que impulsó Alonso Hernández se beneficiaron familias que se volvieron millonarias, como la de Wilber Solís, propietario de amplias extensiones en Xcalacoco, Jorge Guemez, dueño de terrenos en lo que se denominó Shangrilá; Rafael Medina Gómez, propietario de grandes extensiones cercanas a la zona de Playa Maroma, por citar algunos de los que vienen a la mente del entrevistado.

Pero la repartición de las grandes extensiones de tierras no fueron aprovechadas por los campesinos mayas a los que Miguel Alonso esperaba beneficiar, porque en la primera oleada de inversionistas, entre jóvenes aventureros y empresarios visionarios, los campesinos vendieron sus tierras a precios ínfimos.

Ante la falta de una actividad económica que les permitiera subsistir, y frente a lo que a sus ojos era mucho dinero, los indígenas mayas se fueron deshaciendo de sus propiedades, pocos conservaron sus tierras y pudieron subirse a la ola del éxito turístico a través de la explotación de cenotes; otros vendieron fracciones de sus extensos ranchos y conservaron una parte, pero la inmensa mayoría, después de la venta de sus ranchos, volvió a quedar en la pobreza.

Otros pobladores originarios fueron despojados de sus ranchos, como sucedió con Antonio Manrique, quien, en el 2019, fue despojado por el ex gobernador Carlos Manuel Joaquín González, a través de una compra fraudulenta de su rancho La Caverna, ubicado en la zona de Akumal.

Con tristeza, Miguel Alonso reconoce que la grandeza de los antiguos mayas, constructores de pirámides, predictores de eclipses e inventores del número cero, se redujo a hombres y mujeres que hoy ocupan las posiciones más bajas dentro de la estructura turística, y que ya no tienen ningún derecho sobre lo que hace años fueron sus tierras.


Hoy, aunque aún quedan extensiones de terrenos nacionales, los beneficiados están lejos de ser los indígenas mayas. Con la complicidad de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Urbano, las tierras han sido literalmente tomadas por empresarios que se asentaron en la zona, atraídos por el boom turístico; como el caso de Four Cardinals Development México SA de CV, empresa constituida por empresarios españoles y un alemán, quienes despojaron de sus terrenos a los mayas, y que aprovechando la bonanza producida por el tren maya, construyen precisamente cerca de Akumal, el desarrollo Amares Residencial. (PRIMERA PARTE)